sábado, 5 de noviembre de 2011

FILOSOFÍA DE LOS NIÑOS


   "Si se quiere estudiar a los hombres no se debe dejar de frecuentar la sociedad de los niños", decía Jesse Torrey. Si tuviéramos en cuenta únicamente “La filosofía de los filósofos” no podríamos encontrar una relación entre ellos y los niños, habría abismos insondables para comprenderlo y valorarlo. Por eso, allí donde han alumbrado ideas y principios los hombres como Platón, Hegel, Kant, Feuerbach, Heidegger, han estado presentes los niños engarzados en una determinada realidad. Sin embargo, pareciera que no habría lugar para vivenciar las ideas ingeniosas, los juegos y las risas espontáneas de los niños. Ahora, en tiempos de la globalización, cuando la ludopatía en su dimensión desconocida amenaza a los niños para robotizarlo, ¿acaso no hay una profunda filosofía en la vida humana, una filosofía implícita para trascender al mundo impertinente de la civilización para humanizarlo? Porque vivir es ya filosofía sin palabras y enfrentarse a los peligros de una realidad aparente es optar por una posición clarividente frente a la falaz candidez del mundo, que se ha convertido en la casa del codicioso “posmoderno”. Que adormece y paraliza el desarrollo de la mente. ¿Podemos decir con Illich, que estamos “amaestrados” por falta de esa facultad o ese don del pensar?, cualidad humana que alguna vez manifestó Aristóteles, en su obra “Metafísica”. Por eso, la mente tarda en olvidar lo que ha llevado mucho tiempo aprender. De ahí la importancia del aprendizaje reflexivo desde la infancia. Por supuesto, la misión de la filosofía es transformar el mundo. Una maravillosa señal de que el hombre filosofa en cuanto tal, originalmente, son las preguntas de los niños en cada momento. ¿Cuantas Mafaldas preguntonas y reflexivas no habrá en El Salvador, América Latina y el Mundo? Es raro, para mucho, oír de la boca infantil algo que por su sentido penetra inmediatamente en las profundidades del filosofar. Sin embargo, para los psicólogos, los niños y los ebrios, casi siempre dicen la verdad. Aunque sus mayores en casa, muchas veces les enseñan a decir mentiras.”Niña cuando alguien llama, dile que no estoy” (¿?). Goethe, con suma magnificencia expresa: “Debe preguntarse a los niños y a los pájaros cómo saben las cerezas y las fresas”. En su vida cotidiana el niño manifiesta su admiración diciendo algo así:”me empeño en pensar que soy otro y sigo siendo siempre yo”. Este infante toca en uno de los orígenes de toda certeza, la conciencia del ser en la conciencia del yo. Se asombra entre el origen del yo, este ser que no cabe por medio de algún otro. Con su argumento casi mágico, se detiene ante este límite. Otro niño, escucha en la escuela la “Historia de la creación”. Al principio creó Dios el cielo y la tierra…y pregunta severamente en el acto:” ¿Y qué había antes de la creación? Este niño, ha ingresado sin imaginarlo al plano filosófico, ha hecho también reflexión sobre la infinitud de la serie de las preguntas posibles sobre el origen del universo, al que muchas veces, no es dado obtener una respuesta concluyente. O insisten en su candor, diciendo: sin ambages: ¿Papá, por que hay tantos niños que mendigan? ”Quien se dedicase a recogerlo, podría dar cuenta de un vasto pensar de los niños. “Entre todas las personas, los niños son los más imaginativos: se abandonan sin reserva a toda ilusión” (J.B. Macaulay) La objeción de que los niños lo habrían oído antes a sus padres o a otras personas, no vale patentemente nada frente a pensamientos tan serios. La objeción de que estos niños no han seguido filosofando y que por tanto sus declaraciones sólo pueden haber sido casuales, pasa por alto un hecho: que los niños poseen con frecuencia una agudeza que lo pierden cuando crecen. Es como si con los años cayésemos en la presión de las convenciones y las opiniones corrientes, de las ocultaciones y de las cosas incuestionables, perdiendo la ingenuidad del niño, para cuando de adulto aceptamos todo con el sambenito del “sí señor”. Esta “aceptación”, se halla aún francamente en ese estado de la vida en que ésta brota sintiendo, viviendo y preguntando cosas de un “mundo banal”, que pronto se desdibuja en el incumplimiento de los deberes de gobernantes e individuos; cuyas conductas los niños asimilan.

Hace algunos años hablar sobre la posibilidad de que los niños tuvieran filosofía en la escuela resultaba poco menos que fachosa en muchas escuelas del mundo. Ahora en tiempos de la crisis moral del sistema, es necesaria y fundamental una filosofía para niños, una enseñanza socrática de la reflexión y el análisis. Que los niños sean capaces de pensar y elaborar sus pensamientos propios. Esa “investigación filosófica” entre niños depende del hogar o de un educador que entienda a los niños, tenga sensibilidad hacia los asuntos humanos y sea capaz de manifestar un compromiso profundo hacia la práctica reflexiva del niño, a través de su curiosidad y libertad innata de ellos. Acaso, no se comprende que la curiosidad es la madre de todas las batallas de la mente y del conocimiento infinito. Los niños no pueden esperar llegar a la edad de “Papa Noel”, para dar los primeros pasitos de la investigación, del pensar y la praxis. Por eso, despertar la actitud investigadora de los niños, logrando que los infantes tengan una visión epistemológica de la vida es básico en la nueva enseñanza de calidad y ese seria el reto de nosotros los docentes los que estamos en etapa de formación o los que ya ejercen la práctica pedagógica. Para preservarlos en la verdad y no en la mentira. Empleando, para ello, el método de la mayéutica (basado en preguntas y respuestas), donde los niños van ejercitando su capacidad de raciocinio, de enfrentarse a problemas en la escuela y en el hogar; para vislumbrar el sentido de la justicia o la tolerancia. Del respeto mutuo y su autoestima. Para Yoshida: El niño perdido llora, pero sigue cazando mariposas”. Mientras el “especialista aplicado” en filosofía para niños no caza nada en su regodeo teórico infecundo. Quino el creador de “Mafalda”, la “niña filósofa”, ha explotado con mucha eficacia en diversas tiras de su personaje, esa actitud reflexiva y crítica de los niños frente a la realidad simple que los desdeña y olvida. De un mundo “posmoderno que los enajena a través de los “ciberjuegos” que los lleva a la práctica del “juego mortal”. (Diario “Perú 21:1-IX-2007), que ha ocasionado muertes por asfixia de muchos niños. El uso excesivo de la computadora en los niños, es contraproducente. Para Reimer, las escuelas esconden currículo para propagar los mitos sociales. La sociedad a través de la escuela, muchas veces miente al niño con sus contenidos curriculares. ¿Qué Hacer? Alguna vez escuché decir a un niño:”Profesor, el Estado se enferma como mi abuelita”. Que coincidencia, el filósofo Platón había señalado en su tiempo que el Estado también “se enferma”, por que en su entorno había un gavilla de hombres incompetentes El asombro, la curiosidad, el cuestionamiento, la búsqueda de sentido, la reflexión, la creación de conceptos etc., son puestos en práctica tanto por niños como por filósofos; claro, con diferentes matices y cualidades conceptuales.

Según Feuerbach: “Pensar y conocer las cosas y seres tal como ellos son: ésta es la ley suprema y la más elevada tarea de la filosofía” Los docentes y los padres de familia deben comprender, que los niños pueden hacer filosofía y pensar por sí mismos, Por eso, debemos recordar que la filosofía construye bases científicas a partir de elementos de la realidad que en términos generales, ya están presentes en los niños muy pequeños.

“Los niños –como dice Lilia Meza Villar- necesitan que les escuchemos y nosotros los hemos convertido en oyentes obligados”. Se debe promover en los niños el aprender a pensar. El objetivo fundamental es educar niños que vivan interiormente activos, en vez de espectadores y consumidores pasivos de una sociedad enajenada, contraria a la libertad y la dignidad civilizada del hombre. Hacer filosofía con los niños y niñas constituye una aventura maravillosa en la que súbitamente aparecen aspectos inéditos de la realidad. La filosofía es producto de esa realidad, “el alma viva de la cultura”, trasciende lo subjetivo y la vana apariencia ¿Acaso, los niños no tienen una concepción del mundo en proceso de definición práctica? La respuesta es afirmativa en el accionar de su vida cotidiana. El niño no es una entidad abstracta, es parte de una situación social que merece ser atendida y comprendida en su dimensión verdaderamente humana. Para Lipman:”Desde un punto de vista educativo, la mejora de las habilidades de pensamiento tiene una importancia crucial y fundamental. El niño o niña que ha llegado a ser bueno/a en las habilidades de pensamiento no es simplemente un niño que ha crecido, sino un niño cuya capacidad de crecimiento se ha incrementado”.

La ejercitación que promueva este desarrollo puede llevarse a cabo a través de actividades lúdico-reflexivas, de ejercicios o, simplemente, mediante la formulación de preguntas que requieran que el niño ponga en juego esas habilidades y capacidades a través de algo maravilloso que los adultos olvidan con frecuencia: “la critica y la autocrítica”, para corregir errores y perseverar en los actos que grafiquen transparencia ética. Los niños son el futuro del presente. Para una mentalidad robótica, ¿cuál es la tarea más difícil del mundo? Pensar. Entonces, uno de los grandes desafíos de la educación hacia la innovación es la de llevar a los niños y niñas a pensar en forma original y crear respuestas novedosas para que ellos mismos traten de resolver problemas muy originales. Para ello, expresarles cariño y respeto. Por ejemplo, pedirles que inventen razones por las cuales deberían existir llantas cuadradas. Preguntarles: ¿si podría, cada niño adoptar un adulto para cuidarlo? Sería interesantísimo codificar en una investigación sus valiosas respuestas. La filosofía es el cultivo de las facultades mentales. Por ello, la filosofía para niños en estas próximas décadas debe acompañar a humanizar el mundo desde la escuela, para guiar el aprendizaje reflexivo en toda su dimensión. Y la filosofía que mueve el mundo, irradie el camino nefasto del hombre en busca de la felicidad que para Nietszche “se acercan con pasos de paloma”. ¿Acaso, cual bandadas de paloma, los niños del mundo nos enseñen a valorar la filosofía para pensar y transformar activamente el mundo?.



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